Tercera semana Eastbourne 2025

Nuestra aventura en Eastbourne va llegando a su fin, pero esta última semana está siendo todo menos tranquila. Entre excursiones, partidas de bolos, tardes de arte, tés británicos y tortillas caseras, cada día está dejando recuerdos que no se olvidan. Aquí van algunos de los mejores momentos… ¡y lo que nos queda aún por vivir!


 

DAY 16: lunes de mendizales

El lunes arrancó como arrancan muchos lunes por aquí: con algo de sueño, muchas ganas de café y alguna que otra cara de “¿ya otra vez?”. Pero a las 9:00 ya estábamos (casi) todos en clase, listos para un nuevo día. Las clases fueron como siempre hasta las 14:30, con ese parón sagrado a las 12:30 para comer, charlar un rato y recuperar energía.

Pero lo guay vino después: a las 14:30 nos juntamos para hacer una caminata hasta Beachy Head. Ya somos expertos en estas rutas, somos euskaldunes así que tocaba sacar nuestro lado más mendizale. El paseo duró como una hora y media, entre charlas, risas, caballos, fotos y… viento. Pero viento de verdad. En serio, había momentos en los que pensábamos que salíamos volando como Mary Poppins.

Al llegar, nos quedamos un rato en un mirador que tenía vistas brutales al faro. Planazo. Y cuando ya íbamos a volver… sorpresa del día: el bus cancelado. Porque claro, no podía faltar el toque de caos británico. Así que nada, vuelta andando. Pero oye, al final fue hasta mejor: pusimos música, hubo quien bajó rodando (sí, literal, haciendo la croqueta), y el ambiente fue lo más.

Ya en la ciudad, cada quien tiró pa’ casa a su ritmo, con las piernas medio KO pero con el mood por las nubes. Día largo, pero de esos que se te quedan.

Lunes superado… ¡y con nota!

 

 

Day 17: Martes con strikes (o algo parecido)

El martes empezó como ya es costumbre: clases por la mañana, con caras conocidas, alguna que otra mirada de “¿qué día es hoy?” y el clásico descanso de las 12:30 para recargar energía. Hasta ahí, todo dentro del plan habitual.

La tarde fue un poco más relajada. Tuvimos tiempo libre hasta las 18:45, que fue cuando nos reunimos en la estación para ir a la bolera. Planazo. Llegamos con ganas de pasarlo bien (y también con un poco de espíritu competitivo, para qué engañarnos), y nos organizamos en tres grupos para jugar.

En el grupo 1, me llevé la victoria (sí, lo dejo por escrito ), aunque Iker S estuvo muy cerca. En el grupo 2, Naroa se marcó unos cuantos casi plenos (y un pleno!!!) y acabó ganando, y en el grupo 3, fue Irati B quien se llevó la corona. Eso sí, hubo algún que otro intento de bowling artístico por parte de algunos, incluso con las guías esas de ayuda… y ni por esas. Pero las risas no faltaron, y eso es lo importante.

Cuando terminamos las partidas, tocaba volver a casa, aunque como ya es costumbre, un grupito se fue directo a la playa a aprovechar el rato con los estudiantes internacionales. Lo mejor es ver la cantidad de inglés que están soltando cada día —es una pasada cómo se lanzan a hablar sin miedo.

Martes redondo: buena compañía, buen ambiente y unos cuantos bolos (fallidos o no) que nos dejaron con ganas de más




 

Day 18: Miércoles con acento británico (y alma de artista) 

El miércoles empezó como todos últimamente: clases desde las 9:00 hasta las 14:30, con el clásico parón a las 12:30 para comer, estirar las piernas y ponernos al día. Lo curioso es que en los descansos ya casi ni se nota quién es de dónde… las conversaciones fluyen en inglés como si fuera nuestra lengua materna. Entre eso y lo consolidadas que están ya las amistades internacionales, parece que llevamos meses aquí en vez de días.

Pero lo interesante vino después de clase: tarde de cultura. Nos fuimos a la galería de arte de Eastbourne, y aunque la primera planta era de arte moderno (de ese que te hace pensar “¿esto es arte o se les ha caído algo al suelo?”), la segunda planta nos dejó con la boca abierta. Algunos cuadros eran tan realistas que tuvimos que acercarnos bien para confirmar si eran pinturas o fotos. Spoiler: ¡eran pinturas! A más de uno le despertó el lado artístico —empezamos a sospechar que tenemos algún futuro artista escondido entre los emys .

Después de tanto arte y reflexión, tocaba algo de movimiento. Un grupito se fue a jugar al tenis con italianos, turcos y checos cerca de la playa. Buen ambiente, deporte y risas aseguradas (y algún que otro saque que acabó en dirección inesperada). El resto optó por volver a casa a cenar tranquilos, ducharse y, como ya es tradición, acabar la tarde cerca del pier, disfrutando de los últimos atardeceres en Eastbourne.

Un miércoles completito: cultura, idiomas, deporte y un montón de momentos para el recuerdo. ¿Qué más se puede pedir?




 

DAY 19: Jueves con sabor a casa (y a tiramisú) 

El jueves fue uno de esos días que desde el principio prometía. La mañana siguió con la rutina de siempre: clases desde las 9:00 hasta las 14:30, con el parón de las 12:30 para comer, comentar la jugada y prepararnos mentalmente para el planazo que venía por la tarde.

Primero, nos tocaba vivir una de esas experiencias que suenan muy “so British”: un auténtico té de la tarde. Fuimos al Tennis Café y, al llegar, flipamos. Habían preparado una mesa súper bien decorada, como sacada de una peli de época —rollo Alicia en el País de las Maravillas. Cada uno tenía su scone con mermelada y mantequilla, un pastelito, fruta… y, por supuesto, su taza de té.

Spoiler: no a todo el mundo le enamoró el té (lo entendemos), pero hubo quien se tomó hasta cuatro tazas como si fuera lo más normal del mundo. ¡Nivel británico desbloqueado! 

Con el estómago medio lleno, nos fuimos al cole para la segunda parte del día: la noche de cocina internacional.

Spoiler 2: fue un éxito absoluto. Empezamos con nuestros compis italianos pelando patatas mientras preparaban su tiramisú (sí, multitarea nivel dios). Mientras tanto, algunos cortaban patatas, otros lloraban con la cebolla (literal), y Igor y Ángela se pusieron manos a la sartén para freír y pochar.

Después de unas cuantas tandas de patatas fritas y cebolla doradita, tocó hacer las tortillas. Igor se marcó unas vueltas de tortilla que ni los chefs de la tele, mientras Iker Aparicio y yo mezclábamos ingredientes como si lleváramos toda la vida en una cocina industrial.

Al final salieron cinco tortillas: la primera un poco improvisada (como siempre), pero las otras cuatro… de escándalo. Todo el mundo repetía y hasta los que no eran de España fliparon con lo buena que estaba.

Y como broche final: el tiramisú italiano. No hay palabras. Solo silencios felices y cucharas rascando el fondo del vaso.

Nos fuimos a casa con la barriga llena, el corazón contento y ese sentimiento de “esto sí que sabe a casa”. Porque sí, la tortilla nos puede.

 

¡Un saludo!

 

Clara

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