Segunda semana Kildare 2025

¡Hola holaaa desde tierras irlandesas!


No sabemos si es el aire de Kildare, el té calentito o los desayunos con pan de molde a todo tren, pero... ¡esto va volando! Ya hemos pasado el ecuador de nuestro viaje, y aunque parece que fue ayer cuando aterrizamos, ya estamos más que adaptados: sabemos dónde está cada aula, cómo se dice “me muero de hambre” en inglés (más o menos), y hasta dominamos la técnica ninja para no mojarnos con la lluvia. Spoiler: no siempre funciona.

Lunes 7 – ¡Cumpleaños, clases y cine jurásico!

Después del finde de descanso, donde cada uno recargó pilas a su manera (unos durmiendo, otros explorando, otros buscando la mejor oferta de galletas en Tesco), arrancamos el lunes con fuerza. A clase fuimos todos más puntuales que nunca, hasta parecía que íbamos a fichar como en una oficina. Las clases ya no nos suenan a chino, ¡ahora nos suenan a inglés con acento irlandés!

Pero lo mejor estaba por venir: entre clase y clase sacamos la tarta y montamos una mini-fiesta para celebrar el cumple de Elorri e Iraia. Cantamos, aplaudimos, comimos como si no hubiera mañana (la tarta voló) y dejamos claro que cuando se trata de celebrar, lo hacemos bien.

Por la tarde, Cathy tenía guardada una sorpresita… ¡nos llevó al cine! Y no a ver cualquier cosa, no, ¡fuimos a ver Jurassic World! Palomitas en mano, ojos como platos y gritos sincronizados cada vez que salía un dinosaurio. La emoción fue real. Algunos hasta salieron hablando como expertos en T-Rex, por si acaso había examen después.

 

 

Martes 8 – ¡Nivel pro en fichas y excursión a Malahide!

El martes amanecimos como nuevos (o eso intentamos aparentar). De nuevo a clase, esta vez con el título honorífico de “expertos en fichas”. Ya no se nos resiste nada: que si gramática, que sí vocabulario, que si “fill in the gaps”… ¡a todo le damos!

Y como premio a nuestro esfuerzo, acabamos antes las clases (¡milagrooo!) y pusimos rumbo a Malahide, una zona costera con mucho encanto. Comimos allí, frente al mar, aunque con jersey hasta las orejas porque el sol decidió quedarse entre nubes. Pero no nos llovió, y eso aquí ya es como si te tocara la lotería. Entre paseo y foto, disfrutamos del paisaje tan típico de Irlanda: verde por todas partes, casitas monas, y un aire que te despeina pero te alegra.

Algunos aprovecharon para buscar piedras raras (proyecto secreto), otros para sacar las mejores fotos de perfil, y todos coincidimos en que fue una tarde de 10.



 

Miércoles 9 – Silly games, helados y día redondo

¡Llegamos al ecuador de la semana! Ya ni miramos el reloj, ni necesitamos Google Maps para ir al cole. Estamos tan acostumbrados que parece que llevamos meses aquí. Tras las clases y la comilona de rigor, llegó uno de los momentazos: los famosos "silly games".

Carreras locas, juegos en equipo, sokatira nivel campeonato mundial… sudamos la gota gorda, pero también nos reímos como nunca. Las risas se oían a kilómetros. Cada grupo se lo tomó como si fuese la final de los Juegos Olímpicos, y lo dimos todo, con zapatillas volando incluidas.

Y cuando pensábamos que el día no podía mejorar, ¡apareció Cathy con helados! Y justo ese día, el sol decidió salir y quedarse un buen rato. Una combinación perfecta: juegos, sol y helado. ¿Se puede pedir más?

Por la noche, después de cenar, aún teníamos energía (no sabemos cómo), así que dimos una vuelta por el pueblo aprovechando el tiempazo. Algunas compritas, algunas confidencias y muchas risas. Lo dicho: día redondo.

 

 

Jueves 10 – Bray y mini plan alternativo

El jueves ya somos máquinas de la rutina: levantarse, desayunar, clases... pero otra vez ¡sorpresa! Salimos antes para visitar Bray, un lugar precioso junto al mar. Allí comimos tranquilos, hicimos sesión de fotos (que si en el paseo marítimo, que si con las gaviotas, que si saltando todos a la vez...) y también nos tomamos un rato para descansar, respirar hondo y disfrutar del momento.

Bray tiene ese algo que te relaja: entre el sonido del mar, el aire fresquito y la calma del sitio, nos sentimos como en una peli. Cada rincón parecía una postal, y cada uno se llevó un recuerdo especial.

A la vuelta, aunque aquí no hay jueves de pintxopote como en casa (snif), nos organizamos un mini plan: paseo por los pueblos, alguna chuchería en el Tesco (cada uno con su favorito), charlas y bromas de camino. No hay bares, pero hay buen rollo y eso, amigas y amigos, ¡no se compra!

 

 

Y así, sin darnos cuenta, ya estamos en la segunda mitad del viaje. Pero que nadie se asuste: aún quedan un montón de aventuras, excursiones, carcajadas, canciones desafinadas en el bus y momentos que se van a quedar con nosotros para siempre. Este grupo es una maravilla: alegre, unido, divertido y con una energía que no se acaba.

¡Seguimos con ganas de todo!
Un abrazo desde Kildare 

Naiara & Laida


 


 

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