¡Buenísimos días Familia! Ya llevamos casi una semanita aquí en este país tropical llamado Irlanda. Sol, coloretes y algún que otro hombro quemado son las primeras cicatrices de lo que ha sido una primera semana absolutamente protagonizada por emociones. Emociones que nunca habíamos sentido. Emociones que, incluso nosotros, no éramos capaces de entender.
Después del largo vuelo, nos despertamos el miércoles en una familia irlandesa completamente ajena. Sí, era verdad, estábamos en Irlanda y nos esperaba un mes por delante. Levantarse, un poco de agua en la cara y tocaba enfrentar el desayuno. Las piernas temblaban, mente abierta, tres frases salvavidas en inglés preparadas y… ¡a la guerra! Comida nueva, sensaciones nuevas… todos estábamos deseando llegar al cole y abrazar a nuestros nuevos amigos. Y sí, llamamos amigo/a a aquella personita a la que no hacía ni 24 horas que habíamos visto por primera vez.
Llegamos al cole, nos ordenaron en dos grupos e hicimos un examen cuyos resultados servirían para clasificarnos en tres niveles diferentes que no comenzarían a funcionar con absoluta normalidad hasta el lunes próximo.
Un pequeño recreo y ¡rumbo a la playa! ¿Playa? ¿En Irlanda? ¡Pues sí familias! Y es que está haciendo un solazo y un calor que ni los propios irlandeses se lo creen. De hecho, no sabéis lo que nos estamos riendo viendo a los irlandeses sufriendo este clima tropical… son como bombillitas conduciendo en los coches…
Pero volvamos a la playa. Fuimos a Portmarnock beach, comimos allí e incluso algunos nos atrevimos a darnos un chapuzón (tranquilas madres, que no hay olas. Era como un mediterráneo). Risas, conversaciones, juegos y abrazos fueron entremezclándose toda la tarde hasta llegar a casa.
Llegamos sobre las 17:30, hora en la que nos dijimos un “hasta luego” para ir a cenar.
Nos juntaríamos de nuevo a las 19:30 para dar un primer paseo por el pueblo, tener un primer contacto con éste, conocerlo un poco. Un paseo en el que prácticamente solo se habló de comida: “¿y tú que has cenado?”, “¿y estaba rico?” ,“Bua tía pues no sabes lo raro que era lo mío”, etc. Un paseo que dio cierre a este primer día en Irlanda, este primer día que establecerá las bases de este mes de sensaciones que se nos avecina.
Y así, casi sin darnos cuenta, llegó el jueves. Primer día de clase normal… o no tan normal. ¡Y es que el jueves dos de nuestras chicas cumplían años! Y sí, los monitores lo sabíamos y ya veníamos preparados desde casa. Entraron ya al cole con una decoración que no dejaba lugar a la duda: ¡hoy estas dos chicas tenían que brillar más que nadie!
Entraron a clase y los monitores empezamos a tramar cositas. Queríamos que todo el día fuese un día super especial para ellas. Sabíamos lo duro que podía ser pasar el primer cumpleaños fuera de casa con gente que prácticamente no conocían de nada, por lo que teníamos una ardua tarea por delante: hacerles sentir tan especiales que ni se acordaran de estar fuera.
Finalmente, el plan salió a las mil maravillas. Cuando salieron de clase, la responsable de Irlanda las entretuvo un poco, de manera que cuando acabaron de hablar con ella todos les esperábamos en el hall de la escuela aplaudiendo y cantando, con dos enormes tartas luciendo 15 y 13 velas respectivamente.
Comimos en el cole (lo nuestro y un poco de tarta) y nos fuimos de excursión por el pueblo hasta el Maynooth college. Un edificio precioso que, aunque ahora albergaba una universidad, originalmente funcionó como seminario.
Después de la visita a la universidad, las cumpleañeras solicitaron ir al McDonald’s así que tuvimos tiempo libre para ello.
Una hora después, los de Clane volvíamos a casa. Cena, un ratito con los amigos y a dormir.
Y así amanecimos en viernes. Como todas las mañanas, fuimos a clase. Cada vez más cómodos con la profesora, con el idioma y con los compañeros. Todos y todas encantados.
Nos tocó comer volando porque teníamos que coger un autobús que nos llevaría a la bolera… y ¡madre mía qué bien que lo pasamos en la bolera! Risas, algún que otro resbalón, alguna que intentó destrozar mi pie cuando se le escapó la bola para atrás… En definitiva, mucho buen rollo.
Estuvimos aproximadamente una hora y media jugando a los bolos y después nos fuimos de compras a un centro comercial. Una horita de tiempo libre y vuelta a casa. Cenita, ratito con los amigos y a la cama con nervios… ¡el sábado es día de excursión!
Sonó el despertador. 30 de junio. ¡Sábado! ¡Día de excursión! ¡Y qué excursión! Debido a que el clima tropical todavía nos acompañaba, decidimos hacer un cambio de planes y mover todo lo de agua y aire libre a los días con este clima tan poco común aquí. Y, evidentemente, lo primero que había que mover era… chan chan chan… ¡la excursión al parque acuático de Athlone!
Quedamos a las 9:15, todos y todas con sus camisetas azules que auguraban día espectacular ¡y al autobús! La energía matutina nos hizo olvidar la hora y media de viaje y, para cuando nos dimos cuenta, ya estábamos poniéndonos los neoprenos en Athlone.
Salimos de los vestuarios y las caras empezaron a iluminarse. Delante de nosotros se erguían gigantes hinchables flotando sobre un lago por los que nos deslizaríamos en cuestión de minutos. Piernas impacientes, saltos, risas, gritos y ojos brillantes.
Hora y media. Hora y media de diversión al máximo exponente. Hora y media de risas, sonrisas, culazos, vuelos y aterrizajes (buenos y menos buenos). Hora y media de éxtasis, de furor… hora y media ESPECTACULAR.
Comimos allí mismo. Al sol. Como reyes. Y cuando el estómago quedó saciado y las fuerzas un poco repuestas, pusimos rumbo al pueblito de Athlone, donde pudimos disfrutar de otra hora y media de tiempo libre antes de subirnos en el autobús de vuelta a casa.
Llegamos destrozados, hechos polvo, alrededor de las 6 de la tarde. Nos despedimos de nuestros AMIGOS Y AMIGAS (ya en mayúsculas) y nos preparamos para afrontar el primer fin de semana en familia de esta aventura que no ha hecho más que empezar.
En resumen, MAGIA. Magia es lo que he visto en esta primera semana que aún no ha terminado. Personitas sumamente diferentes que en un tiempo récord han constituido, partiendo de un desconocimiento mutuo absoluto, una estampa de amistad y cariño que difícilmente podré olvidar. Magia, pura magia. La que hemos vivido y la que nos queda por vivir.
Un abrazo GIGANTE a todos y todas.
En Kildare estamos disfrutando como nunca.