El sábado 19 fue un día agridulce. Aterrizamos en Bilbao con maletas llenas de ropa sucia, souvenirs y recuerdos que no caben en ningún equipaje. Después de tantas aventuras, llegó el momento de las despedidas: abrazos largos, ojos brillosos, promesas de “nos vemos pronto” y algún que otro “no llores que lloro”. Volver a casa fue reconfortante: ver a la familia, los amigos, dormir en nuestra cama y contar mil anécdotas mientras aún mezclábamos inglés con español sin darnos cuenta.
Pero si algo tenemos claro es que estas tres semanas en Kildare han sido una auténtica aventura. Desde los primeros nervios en el aeropuerto hasta el último día, todo ha sido una experiencia de las que marcan. Nos conocimos, descubrimos lugares increíbles, probamos comidas nuevas y reímos hasta que nos dolía la barriga.
Tuvimos días que fueron como de película: visitas a Dublín, juegos, excursiones por paisajes verdes preciosos, partidos, risas y tik toks en cualquier lugar. Y lo mejor: la gente. Este grupo ha sido una joya. Somos diferentes, únicos, auténticos… pero juntos hemos sido una mezcla explosiva de buen rollo, compañerismo y amistad de la buena.
Y aunque hayamos vuelto a casa, algo de nosotras se ha quedado allí, y algo de Kildare se ha venido con nosotras.
Nos despedimos con el corazón lleno:
Gracias por ser parte de este viaje, por los abrazos, las conversaciones tontas, los bailes, las confesiones, las bromas internas y los momentos que no se pueden explicar con palabras.
Estamos encantadas de haberos conocido, de verdad, os llevaremos siempre en el corazoncito porque sois geniales, sois luz, sois recuerdos que nos acompañarán siempre.
Siempre nos tendréis,
Un fuerte abrazo,
Laida & Naiara
