Bienvenidos de nuevo a esta última entrada al blog.
Pasados unos días desde el retorno a casa, he de decir que ahora es donde uno mismo se da cuenta de la experiencia tan intensa que ha vivido. Lo digo personalmente pero vistas las caras de tristeza de la llegada a Bilbao podría decir que hablo por la mayoría. No obstante la felicidad de ver a las familias de nuevo y el reencuentro fue maravilloso.
Ahora mismo os cuento este último post desde mi habitación sentado en una mesa y recordando al detalle cada momento. Echo la mirada atrás y parece que fue ayer cuando nos despedimos de las familias y pusimos rumbo a Cork. La preciosa ciudad de Cork ha sido nuestra casa por tres semanas pero se que seguirá siendo por siempre. Porque cuando una ciudad te acoge así de bien y vives tantos momentos maravillosos en tan poco tiempo, esa ciudad pasa a ser tu segundo hogar.
Revivir los momentos charlando con amigos y familia, contarles las mil y una historias de lo vivido es lo más satisfactorio que uno puede pedir. El madrugar para desayunar a las 8 de la mañana, los días tan lluviosos y a la vez tan maravillosos que hemos pasado, el saber apreciar el sol, tener la vida de un universitario, probar comida nueva, adaptarse a una cultura nueva… La oportunidad que nos ofrece este tipo de viajes a descubrir países y culturas nuevas y a desarrollar la autonomía de uno mismo, es algo que muy pocos pueden experimentar.
Por eso también quiero daros las gracias a todos los que habéis estado detrás de la pantalla leyéndonos y apoyándonos en cada momento. Dar también las gracias a todas las personas que forman EMY por estar siempre ahí y darme una vez más la oportunidad de vivir una experiencia más.
Me llevo una familia para siempre.
THANK YOU, ESKERRIK ASKO, MUCHAS GRACIAS.
Vuestro monitor y amigo,
Iker.